Madre, la prioridad en agenda
Por: Marlina López (marlina.lopez@epasa.com) / - ®epasa
La mujer – por diseño biológico -está equipada para convertirse en madre, pero en la práctica, “ser madre es una batalla que ganar, una misión que cumplir y una aventura para disfrutar”, reafirmó la psicóloga Celeste González.
Sin embargo, esos tres pilares que involucra ser madre, son difíciles de cumplir dentro de la sociedad moderna, en la que dedicarles a sus hijos las 24 horas del día se ha convertido en un lujo del que pocas se atreven a gozar.
Cuando en la prehistoria el deber de la mujer era mantener caliente la cueva, vigilar y ser el soporte en el desarrollo de la cría, además de mantener el vínculo familiar, ahora debe asumir su parte y también la del hombre, este tenga presencia o no en el hogar.
Para la mayoría de las mujeres, ser madre es sinónimo de estrés, lo cual avala la especialista, quien explica que la mujer continúa siendo el útero de la familia, a pesar de no permanecer esas 24 horas en casa. Continúa siendo responsable de que la cría crezca y se mantenga.
Pero, además de ser esposa, también ha tenido que salir a trabajar para contribuir con la economía del hogar, y en esa búsqueda de realización personal con creatividad y talento, aportar a la sociedad. No es fácil, cuando además, lleva el peso de probar que puede hacerlo todo, salir airosa y con éxito”, sostuvo González.
Al querer probar que puede hacerlo todo y con éxito, ha acumulado una pesada carga, a la que en los últimos años le ha añadido también el de ser maestra en materias académicas, que le corresponde a la escuela.
Al tener que ser maestra, después de un ajetreado día de trabajo, en vez de abrir la puerta de su casa para abrazar a sus hijos, hablarles, escucharlos, jugar y disfrutar el tiempo juntos, con cansancio y fastidio debe ponerse a explicarles matemáticas, ciencias, reglas ortográficas, y el niño ve a otra maestra y no a la madre que extrañó durante el día.
Ese aumento de roles y la búsqueda del éxito se ha convertido en lesiones que atentan contra el vínculo familiar porque “provoca desgaste físico y emocional en las involucradas”, puntualiza la psicóloga en mención, quien labora en la Clínica Transiciones.
En las mujeres que trabajan fuera de casa todo el día, la calidad familiar riñe con el rol corporativo, donde es casi imposible lograr un equilibrio, ya que en la mayor parte del tiempo la atención se inclina hacia lo laboral-profesional.
A juicio de la especialista en desarrollo y conducta humana, la tarea de ser madre demanda tiempo y las mujeres deben imponerse metas claras. Si quieren llegar al techo de sus profesiones o empresas o al punto más alto de ser madre. Esas dos interrogantes definen donde se pone, como se dice, el corazón y el esfuerzo, con cantidad de tiempo para obtener la calidad de vida que realmente es necesaria en los hijos.
“No puede haber calidad sin cantidad de tiempo dedicado”, y el ejemplo es una cápsula con todos los supuestos nutrientes que se ingieren en un segundo, o tomarse el tiempo para disfrutar con todos los olores y sabores de un variado plato de comida.
Para González, los hijos deben ser la prioridad en la agenda de una mujer exitosa, lo cual puede implicar trabajo fuera de casa, pero también darles calidad de tiempo a los hijos. Aunque ya no se puede obviar el trabajo fuera de casa, González recomienda uno o dos días llegar a casa de día para cenar, ver televisión, jugar compartir, hacer sentir a los chicos que son tan importantes como el trabajo.
No obstante, el estrés, cansancio y competitividad laboral que generan las ocupaciones de la mujer en la sociedad moderna están provocando que esta asuma roles por obligación, en vez de disfrutarlo. Atender a los hijos por obligación unas cuantas horas, se pierden los procesos de crianza y crecimiento. Llega el punto donde todo se vuelve mecánico. Que un sábado o domingo en vez de quedarse limpiando casa y regañando para que ordenen, salgan de paseo, aunque sea a caminar por un parque.
Además, la seguridad que sienten los hijos, sobre todo cuando son niños, de ver a su madre antes de quedarse dormidos, es una sensación que repercute en la seguridad personal que muestran ante la vida.
A juicio de la psicóloga, cuando la madre está fuera de casa la mayor parte del tiempo, se debilita el vínculo de afecto, respeto y confianza, porque el individuo aprende por experiencias vividas, con modelos de conducta y disciplina. De lo contrario, es como un novio que no visita a la novia y deja espacio para que otro u otros intereses capten su atención y ocupen su tiempo, no siempre con los mejores modelos de conducta.