20 Lecciones que no aprendí en la universidad
Por: Carlos A. Leiro P., Ph.D., Clínica Transiciones ® Carlos A. Leiro P ® Revista En Exclusiva Banco General
Siempre me ha encantado la vida universitaria. La verdad, no sé ni cuántos años pasé estudiando o trabajando en centros educativos, con grandes enseñanzas. Pero hay otras cosas que, honestamente, aprendí afuera de la universidad. Algunas en mi casa, con Pancho y Marta, antes siquiera de llegar a la escuela. Otras mientras estaba en el colegio o la universidad, pero no precisamente en las aulas. Parte de mi aprendizaje lo adquirí cuando empecé a trabajar y, finalmente, en lugares y situaciones insospechadas. Es así como yo, como cualquier otra persona, atesoro cual si fueran joyas preciosas un grupito de lecciones personales que, sin duda, no aprendí en la universidad. He aquí 20 de ellas…
- Comprender la verdadera naturaleza de las cosas te permite tener compasión. Mi padre era colombófilo y había construido un enorme palomar en el patio de la casa. Más de 50 palomas vivían y se criaban allí. A veces se metía una zarigüella o una boa y se comían o mordían a varias. Al ver el alboroto, Pancho entraba en el palomar, agarraba con una manta muy gruesa y unos guantes de material muy fuertes al animal, y lo metía en un saco de henequén. Luego poníamos el saco en la parte de atrás de la camioneta Rambler y lo llevábamos más allá de los manglares del Puente de las Américas. Allí lo soltaba. Casi nunca mató un animal salvaje; decía que las zarigüellas y las boas no lo hacían por malas, sino que era su naturaleza.
- No esperes progresar si solo trabajas 8 horas al día. Mis padres eran trabajadores incansables. Como buenos exilados cubanos, sabían que el único activo que los respaldaba era su esfuerzo. Sin querer, aprendí –sin que nunca nadie me lo dijera– que el trabajo de las primeras 8 horas te daba el boleto para obtener un empleo. Pero lo que hacía la diferencia era el esfuerzo adicional que hacías, por encima de lo esperado, por cumplir todas tus responsabilidades y más allá.
- No hay que afanarse por ser diferente de los otros, ni por parecerse a los demás. Se trata simplemente de averiguar quién eres. Nadie puede ser mejor que tú siendo tú mismo. Por más extraño o por más común y corriente que seamos, una vez que encontramos nuestra propia voz, el camino se hace ancho, fascinante y divertido. Vale la pena ser fiel a nuestro corazón y dedicar tiempo a encontrar nuestra propia senda.
- Pide siempre el bien, hasta para aquel que te hace daño. Marta tenía por costumbre rezar por toda la gente que conocía. Curiosamente, también por las personas que en algún momento le habían hecho daño a ella o a algún miembro de la familia (¡me pregunto si es posible que hasta Fidel se haya beneficiado de esas plegarias!). En estos casos, decía algo como “ayúdala o ayúdalo, Señor, a encontrar lo que necesita su corazón…”. Pero también tenía claro que rezar por aquella persona, no significaba descuidarse. La esencia de la frase ama a tu enemigo es doble: desea siempre el bien a tu enemigo, pero ten presente que es tu enemigo.
- …Pero recuerda que hay personas que nunca cambian. Algunas personas pierden temprano la capacidad de mirar para adentro. Esa incapacidad puede ser tan tenaz, que poco a poco les hace oscura su alma, opaca su mirada y tuerce su caminar. Es cierto: hay quienes escudados en el resentimiento se regodean en la maldad. Más allá de que eso les imposibilita a ellos mismos ser realmente felices; si estamos cerca, puede hacernos la vida, a cualquiera de nosotros, un martirio. Da una o dos oportunidades, pero después de esto, mantén a raya o aléjate definitivamente de la gente tóxica.
- Aprende rápido a decir SÍ y a decir NO. Discernir entre el sí y el no es una de las piedras angulares de la sabiduría. Muchos de nuestros problemas se resuelven si aprendemos a decir NO serenamente y a tiempo. Y muchas de nuestras oportunidades se despliegan cuando nos atrevemos (aunque tengamos un poco de miedo…) a decir SÍ apasionadamente y a tiempo.
- Cultiva tu propio jardín. Embárrate las manos con fango, ensúciate las uñas con tierra. Siembra, abona, cuida y ve crecer una planta. No importa cuál sea. Silvestre o exótica… en una maceta o en una parcela. El trabajo con tus manos y junto a la naturaleza, por más pequeño que sea, es un acto contemplativo. El contacto con la tierra y con lo vivo de la naturaleza tiene un efecto reparador de la psique humana.
- Los fracasos son lecciones; los triunfos son la comprobación de que has aprendido. No importa lo que piensen otras personas. En el centro de cada fracaso está la semilla de un aprendizaje que potencia tu presente y tu futuro. Es nuestra tarea encontrar esa semilla, sembrarla a tiempo y cuidarla. Cuando fracasé el 5to. año de la escuela secundaria, nunca pensé que podría llegar a obtener, 15 años después, becado, un alto título universitario. Sé que es precisamente en la tierra mezclada con estiércol donde nacen las mejores flores.
- La vida recompensa la acción… Cuando perdemos el tiempo nos convertimos en esclavos del pasado. Cuando somos proactivos, el pasado es un amigo lejano que te ayuda de cuando en cuando, aligerando el peso en los momentos difíciles. Haz algo hoy… Con el primer paso basta.
- …Pero a veces hacemos más cuando estamos quietos. La acción sin contemplación puede convertirse en un remolino sin sentido. Nos deja cansados, vacíos y sin rumbo. Necesitamos actuar, pero también necesitamos quietud y serenidad para poder discernir. Hacer nada es a veces una de las cosas más productivas que uno puede hacer.
- Fíjate bien a qué le pones atención, porque aquello a lo que le pones atención crece. Basta con insistir –mental o abiertamente– en las características negativas de una persona para hacérsenos intolerable su compañía. El amor nos ayuda a poner acento en los rasgos positivos de las personas. La tolerancia nos ayuda a reconocer y Alma… Viviendo a plenitud en nuestros compañeros de trabajo, no solo errores, sino aciertos que hacen de la persona humana esa maravillosa paradoja de luces y sombras. Los seres humanos somos administradores –conscientes o no– de nuestra propia atención.
- El esfuerzo de hoy siempre paga sus dividendos en el futuro. Cuando se trata de labrar una carrera, alcanzar un sueño o lograr una meta personal tenemos que preguntarnos si estamos dispuestos a sacrificarnos unos años como pocos lo hacen, para poder vivir después como muchos quisieran.
- …Pero el presente es lo único que tienes. Mientras es cierto que siembras las semillas de tu futuro con la forma en que inviertes tu tiempo en el presente, también es cierto que el presente es lo único que tienes. No hay nada más. La vida es el ratito de existencia que nos toca vivir, justo en este momento. Quienes viven más no son solo los que más años tienen, sino quienes reciben el presente como lo que es: un regalo. Disfruta tu regalo.
- Todas las cosas tienen que ser creadas dos veces. Hace mucho tiempo, botando artículos y papeles viejos, encontré un dibujo que hice en la parte de atrás de una fotocopia, a principios de los años 90, mientras estaba estudiando terapia de familia en Indiana. Era un bosquejo de la clínica de relaciones sanas y salud mental que quería hacer en Panamá al regresar. En el viejo y mustio papel se dejaba ver la similitud: amplios ventanales, tres techos de tejas, dos plantas, grama y estacionamientos adelante, etc. Hasta los dos árboles que están en la fachada, que en vez de los dos templados y robustos pinos que existen en realidad, en mi imaginación y mi dibujo serían dos tropicales y frondosas palmas reales. No hay duda, la creación mental es siempre la primera. La segunda creación es la física, y siempre sigue a la primera.
- La soberanía más importante, es la soberanía interior. Una y otra y otra vez, comprobamos que a veces somos nuestro peor enemigo. Sufrimos como esclavos de nuestros defectos de carácter. Luchamos contra falsas creencias que enturbian nuestro juicio. Manchamos nuestro presente con agrios resentimientos que solo viven en nuestra mente. Es triste cuán tarde nos llega a muchos la certeza de que si no hay enemigo interior, el enemigo exterior poco puede hacernos.
- Cuando el alumno está listo, el maestro aparece. En donde menos pensamos, diariamente, la vida nos presenta oportunidades de aprendizaje. Nuestro trabajo es estar atentos y aprovecharlas. Cuando mantenemos una actitud de apertura y recordamos que cualquiera puede ser nuestro maestro, podemos aprender lo que nos toca.
- Respira profundo, haz silencio y ve despacio. Define las tareas difíciles pero imprescindibles. Particularmente, estando la vida tan llena de ruido, nuestra mente tan llena de pensamientos y viviendo en una sociedad que solo valora lo rápido, nos olvidamos de lo esencial. Crea pequeñas islas de tranquilidad en medio del alboroto de tu jornada diaria. Inventa un sistemita que te permita cuidarte, crecer, funcionar y ser consistente en tus acciones contigo y los demás. Cultiva la disciplina para el esfuerzo sostenido que requieren las grandes metas… y se compasivo con tu propia y constante imperfección.
- Mantente siempre como un aprendiz. Todos buscamos la manera de mantenernos más jóvenes más tiempo. Sin embargo, más allá de todos los esfuerzos que hagamos para que el cuerpo no envejezca, sin duda lo va a hacer. Pero hay una forma de mantener joven el alma y la mente: ser un aprendiz. Se trata de recordar con humildad lo poco que sabemos; lo parcial que es nuestro conocimiento y la inmensidad y delicia de todo lo que aún nos espera por conocer. Ser un aprendiz es también proteger nuestra capacidad de asombro, ante las cosas pequeñas, cotidianas y sencillas.
- La moderna pareja humana es un invento maravilloso, pero requiere trabajo diario. Después de haber tenido una buena madre y un buen padre, pienso que una de las experiencias que más nos ayudan a crecer como personas es comprometernos y trabajar en tener una sólida, duradera y exclusiva relación de pareja. Cualquier esfuerzo invertido en alcanzarla, mantenerla y desarrollarla es tiempo bien invertido.
- Nada ha cambiado, solo mi actitud: por eso hoy todo es diferente. Nuestro esfuerzo por cambiar cualquier cosa del exterior es fructífero cuando antes hemos revisado y cambiado nuestra propia actitud. Además, hay veces que lo único que podemos o tenemos que cambiar es precisamente eso. Lo olvidamos, pero somos los dueños de nuestra actitud. Con eso solamente, podemos cambiar un mundo.
Por: Carlos A. Leiro P., Ph.D., Clínica Transiciones
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